Qué es la agricultura de precisión
En lugar de tratar toda la parcela por igual, la agricultura de precisión aplica tratamientos específicos en cada una de las zonas diferenciadas del campo.
El término agricultura de precisión, también conocida como agricultura digital, agricultura 4.0 o agrotech, se refiere a una filosofía de manejo agronómico en el que se tienen en cuenta factores que producen variabilidad dentro de las parcelas y se realizan operaciones agronómicas para corregirlos de forma específica. De hecho, la agricultura de precisión tiene una asociación que la ampara y la promueve, la ISPA (International Society of Precision Agriculture).
La agricultura de precisión se empieza a implantar en los años 90, cuando, entre otras cosas, se liberaliza la señal de los sistemas de geoposicionamiento GPS que permiten, en aquel momento, localizar un punto en el campo de manera medianamente precisa. Con ello, se desarrollan conceptos principalmente teóricos, con poca aplicación práctica debido a la falta de tecnología, sensórica y capacidad de computación en aquella época. Esto cambia radicalmente con la irrupción de procesadores cada vez más rápidos, a la vez que económicos, que permiten el desarrollo de software de cálculo que da paso a las primeras aplicaciones prácticas en campo.
De este modo, en los últimos 30 años la agricultura de precisión se ha situado como una alternativa viable para hacer sostenible desde un punto de vista económico y ambiental las operaciones de manejo agrícola. En su definición oficial, acuñada en 2019, se define la agricultura de precisión como “una estrategia de gestión que recoge, procesa y analiza datos temporales, espaciales e individuales y los combina con otras informaciones para respaldar las decisiones de manejo de acuerdo con la variabilidad estimada, y así mejorar la eficiencia en el uso de recursos, productividad, calidad, rentabilidad y sostenibilidad de la producción agrícola”.
La necesidad de transferencia de la ciencia al agricultor se hace evidente, y todo ello acompañado de formación técnica.
La agricultura de precisión está conformada por cuatro procesos elementales que se encadenan en un ciclo repetitivo: 1) La adquisición de datos, para la que utilizaremos distintas tecnologías que ayudarán a determinar las condiciones del cultivo; 2) análisis de la información a partir de procesos de cálculo complejos y software específico que producirán resultados e información; 3) interpretación agronómica de la información, paso clave porque consiste en convertirla en toma de decisiones y prescripciones de manejo agronómico (los ingenieros agrónomos somos clave en este paso); y 4) actuación en campo, donde las prescripciones o acciones de mejora son físicamente desarrolladas en cada zona de la parcela con maquinaria más o menos inteligente.
Tecnologías disponibles
Aunque se deben separar los conceptos “agricultura de precisión” y “tecnología”, para una implantación a gran escala, el uso de tecnologías de la información es obligado. Existe gran cantidad de tecnologías disponibles que permiten, de forma diversa, sectorizar la parcela en zonas donde las condiciones de clima, suelo, crecimiento vegetativo, calidad, etc., son diferentes, y por ende deben ser tratadas de forma distinta. Y es que la agricultura de precisión busca esto, dejar de tratar toda la parcela por igual para poder focalizar los tratamientos específicos en cada una de las zonas diferenciadas del campo.
Posiblemente, la teledetección aérea con satélites, aviones o drones es la más conocida y la más implantada a día de hoy. Se empezó a utilizar hace treinta años y en los últimos diez ha experimentado una mejora tecnológica y de disponibilidad de datos como probablemente ninguna otra tecnología en la agricultura. Consiste en una plataforma aérea en la que se embarcan sensores ópticos especiales que pueden obtener información en rangos espectrales más allá del espectro visible, en los que los humanos no podemos percibir. Las imágenes que se obtienen tras este proceso deben ser analizadas y la información que contiene cada pixel de la imagen es aumentada para proporcionar valores explicativos del estado fisiológico de las plantas. Con ello, y tras una labor de interpretación agronómica, se puede tener un conocimiento global y detallado del estado vegetativo en el que se encuentra el cultivo, para posteriormente trazar medidas correctoras que hagan frente a los problemas.
También están entrando con fuerza tecnologías que permiten una percepción remota desde vehículos terrestres. En ellos los sensores, muchas veces ópticos, son transportados por vehículos tripulados o, cada vez más, autónomos (robots) que recorren el campo de forma continua y van generando un mapa del estado de cada planta, contando los frutos para hacer estimaciones de producción o en algunos casos actuando con brazos robóticos. Esto se encuentra en una fase aún de investigación, pero los avances son rápidos y no tardarán en estar a la disposición de la agricultura en pocos años.
Además, existen infinidad de sensores de suelo, clima y planta que permiten tener una información al minuto de las condiciones en las que está creciendo nuestro cultivo, permitiendo así la toma de decisiones rápida y objetiva. El factor limitante de este tipo de sensores es que ofrecen información de manera puntual en un solo lugar de la parcela. El factor positivo es que son relativamente baratos y con interfaces de usuario en la nube y muy amigables para poder llevar a cabo interpretaciones de forma rápida y precisa.
Implantación en Catalunya
La situación de la agricultura de precisión es desigual en las distintas zonas del mundo, según el tamaño de las explotaciones, tipo de cultivo y formación del sector. En Catalunya, especialmente en los cultivos cerealísticos, el uso de sistemas de posicionamiento para el autoguiado del tractor y control de las secciones de la máquina está más o menos extendido, y se empieza a introducir de forma fiable y robusta la utilización de la teledetección por satélite para el manejo de la fertilización y aplicación de fitosanitarios de forma variable.
Otro de los cultivos en los que desde hace ya 20 años se empezó a trabajar con el empleo de tecnologías digitales es el de la viticultura. Jose Antonio Martínez Casasnovas, profesor e investigador de la UdL, utilizó las primeras imágenes satélite de Quickbird en la finca de Raimat para delimitar zonas diferenciadas de vigor dentro de la parcela y realizar, entre otros manejos, vendimias selectivas en función de la calidad de la uva. Desde entonces, la viticultura ha sido uno de los campos en los que mayores desarrollos se han adoptado, con el uso de sensores de suelo, planta y clima para llevar a cabo la predicción de enfermedades, el mapeo de suelos y el seguimiento de las condiciones de crecimiento del viñedo. Por su lado, la Unidad de Mecanización Agrícola de la UPC, grupo liderado por Emilio Gil, ha conseguido desarrollar protocolos de dosificación variable de fitosanitarios en función del tamaño y densidad de la vegetación que han permitido ahorros de hasta un 30% de producto en una campaña.
La realidad es que en el sector científico Catalunya es puntera dentro de España. Otra cosa es la implantación y adopción de estos desarrollos en condiciones reales, que todavía es incipiente sobre todo en cultivos arbóreos. La necesidad de transferencia de la ciencia al agricultor se hace evidente, y todo ello acompañado de formación técnica: sin una correcta formación del sector, la adopción de la agricultura de precisión y las herramientas digitales es inviable. Hasta la fecha no existen estadísticas oficiales sobre el nivel de adopción de la agricultura de precisión en las explotaciones catalanas, información clave si se quieren diseñar políticas exitosas que ayuden a renovar el paradigma productivo del país.